El amante reflejado en una gota perdida

Le rogué, le conté que la junaba siempre que podía y aunque no pudiera, le rogué, me entregue, le rogué ser su amante y no se negó. Desde entonces, desaparece sin avisar, pero siempre vuelve, y me cuenta miles de cosas, gritándome y susurrando, con furia, con calma, dándome toques suaves en el alma.

Techos y estrellas

Esta noche no puedo distinguir el techo de mi habitación con el manto de estrellas del cielo nocturno, no quiero elevar mis manos y alcanzar algo, no quiero que nada choque contra mi, no quiero sentir mi cuerpo desequilibrado cayendo seco contra todo. Me acuerdo, despierto, no puedo, ya estoy en el suelo, ya estoy en este lugar.